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La peritación, clave para la rentabilidad de talleres y aseguradoras

Una correcta peritación de un vehículo resulta clave para la rentabilidad de los talleres, que alcanza su máximo cuando pueden facturar todas y cada una de las operaciones que se llevan a cabo durante el trabajo de reparación. ¿Por qué esta situación apenas se da? Porque de esa misma peritación depende la rentabilidad de las compañías de seguros y esta es directamente proporcional a las ausencias que presente.

Como consecuencia, los talleres se enfrentan a una serie de prácticas por parte de las aseguradoras, que buscan ahorrar a costa de las peritaciones. Estas comienzan, directamente, por no incluir una serie de trabajos en los partes de valoraciones. Pero existen muchas más.

Mano de obra

  • En ocasiones, existe la necesidad de desmontar alguna pieza para llevar a cabo la reparación necesaria adecuadamente o para un pintado óptimo del vehículo. Las compañías de seguros raramente incluyen el desmontaje en sus peritaciones.
  • Reducción del número de horas necesarias para la reparación de la carrocería de un vehículo.
  • Manipulación de los baremos de pintura, como la no inclusión del “daño fuerte” de pintura por sistema, el difuminado de piezas adyacentes para igualar en colores problemáticos u obviar la constante de mano de obra en el trabajo de pintura.

Material de pintura

Uno de los aspectos más importantes en la valoración económica de un siniestro es el relacionado con los trabajos de pintura, de ahí que los talleres puedan perder bastante dinero en este aspecto. Y los clientes puedan carecer de la calidad necesaria en el resultado final de la reparación de su vehículo si no se pelea por lo que es justo.

  • Uso de baremos propios, creados por las aseguradoras, como Centro Zaragoza, y que por supuesto, son mucho más bajos que aquellos creados por fabricantes de pintura y talleres, caso de EuroLack. La diferencia abismal de las cifras hablan por sí solas en este estudio comparativo realizado por la Asociación de Talleres de Automoción (ASETRA) de los cuatro baremos de pintura de acceso abierto del mercado español. Pero, a veces, ni siquiera se usan baremos ni propios ni ajenos, sino que se ponen tiempos y material a mano, es decir, al criterio del perito de la compañía.
  • Valoración de tipos de pintura más baratas, como metálica en lugar de tricapa, por ejemplo.
  • Contemplación, por lo general, de marcas de pintura low cost. Por ejemplo, líneas de pinturas con tecnología anticuada de primeras marcas que se venden más baratas que las más nuevas.

Recambios

  • No inclusión de pequeños materiales, que en ocasiones cuestan bastante.
  • No contemplación del cambio de recambio, lo que se traduce en reparaciones imposibles a bajo coste.
  • Uso de recambio no original “por norma”. Algo que no tiene por qué ser problemático, pero que, por imperativo legal, en primera instancia debe tenerse en cuenta el precio del original a la hora de valorar los daños de un vehículo, a no ser que el cliente ya tenga montado otro tipo de recambio o lo autorice expresamente.

Cada año, el resultado de estas prácticas, que solo son las principales, se traduce en varios miles de euros de diferencia entre las valoraciones de los peritos de las compañías y las que deberían ser. Y para muestra, los diferentes casos de éxito de los clientes de Accidente sin culpa. Unos millones de euros de beneficio para las aseguradoras que se multiplican si abordamos otras prácticas encaminadas a imponer a los talleres el precio de su mano de obra.

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